La higiene completa de nuestra cavidad bucal, requiere que, aparte el imprescindible cepillado después de cada comida, usemos otros aditamentos para acceder a los sitios que el cepillo no alcanza, es decir, a los espacios interproximales y/o subgingivales.
Para ello, disponemos, básicamente, de tres alternativas:
- Cinta o seda dental
- Escobillas o cepillos interproximales
- Colutorios y/o pastas especiales
El más usado, por su facilidad de uso, es el tercer apartado, el de colutorios y pastas. Pero habitualmente, se usan de forma incorrecta, porque, aunque la propaganda haga pensar otra cosa, la higiene debe ser, en condiciones normales, una labor puramente física, de arrastre de placa dental y restos alimenticios, para lo cual hay que recurrir al cepillo y cinta ó cepillos interproximales. El colutorio debe ser un complemento temporal de estos últimos, ante situaciones puntuales como puede ser una gingivitis aguda, pero en ningún caso se puede recurrir a él de forma habitual, ni mucho menos considerarlo por sí mismo una forma de higiene. Algo similar ocurre con las pastas, aunque sí esté indicado el uso diario de pastas fluoradas.
Los cepillos y escobillas interdentarios son especialmente útiles, aunque su uso, a pesar de haber distintos tamaños y formas, está casi reservado a adultos con un cierto componente de pérdida ósea y/ó retracciones, ya que requieren la existencia de un ligero espacio entre los dientes que permita la inserción de la escobilla sin causar por ello una lesión gingival. En los casos en que sea posible su uso, pueden ser necesarios distintos tamaños en un mismo paciente, ya que debemos insertar en cada espacio interdentario el que más justo vaya: si entra holgado, limpiará poco, y si lo hace muy apretado, puede causar una inflamación gingival añadida.
Y la tercera opción, desgraciadamente poco usada aún, a pesar de nuestra insistencia, es la cinta -preferible a la seda- dental. No es fácil su correcto uso, al principio, como ocurre con cualquier actividad que requiera una habilidad que no tenemos y que debemos adquirir. Pero, si tenemos la constancia suficiente, en unas pocas semanas lograremos convertirlo en un hábito sencillo, rápido, y, sobretodo, extremadamente útil para la prevención de problemas gingivales y dentarios.
Debemos tener en cuenta que, si no usamos la cinta dental ni las escobillas, un porcentaje importante de nuestra dentadura, justamente el que más patología produce, está permanentemente sin limpiar. Tengamos en cuenta esto, cuando la pereza nos invada, y pensemos que, el beneficio de una higiene bucal completa es, a largo plazo, una inversión extremadamente rentable, ya que , cuando no se previenen los problemas, no tendremos más solución que arreglarlos una vez se produzcan, y esto será, indudablemente, más desagradable, costoso e imprevisible.